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Bienvenidos a una nueva etapa de este blog. Han sido muchos los meses que he estado casi desaparecida, tan sólo participando en el reto de mi querido grupo “Desafío en la cocina”, pero realmente no he tenido tiempo ni fuerzas. Muchos ya sabréis que han sido los meses más difíciles de mi vida, en los que he acompañado a mi madre hasta el final. No quiero ahondar en el tema ni convertir esto en una entrada lacrimógena, tan sólo decir que he tenido la suerte de poder disfrutar de mi madre 17 años más, después de que le diagnosticaran un cáncer casi fulminante. Han sido 17 años más que hemos podido pasar junto a ella, y al final el tiempo se ha cobrado su tributo. Pero de lo que estoy segura es de que lo que la vida te quita por un lado te lo da por otro, y es que al mismo tiempo que mi madre fallecía, una nueva vida se anclaba en mis entrañas, y esto es un milagro, un ángel o como lo queramos llamar. Para mí es un reloj que no me deja caer, que me recuerda las semanas que han pasado desde que mi madre no está, y también las semanas que faltan para poder tener en mis brazos esta nueva vida. Y es que sin saberlo, este microser ya ha conseguido cambiar aún más nuestras vidas, forzando un cambio de casa y convirtiendo a mi pequeña Aurori en una hermana mayor.

Y toda esta parrafada era para deciros que he vuelto, con más ganas todavía, a escribir en el blog. Todos los días 20 participaré en el reto Desafío en la Cocina, y todos los días 10 subiré una nueva receta, para seguir compartiendo con vosotros el sabor de la tradición y de lo nuevo. Espero que a partir de ahora volváis a disfrutar con las entradas, y os animéis (como siempre os digo) a probar nuevos platos.

Muchas gracias por seguirme, y por todos vuestros comentarios durante estos meses.